Hablo de Final Fantasy VII. Recientemente han vuelto a salir rumores de un posible remake de Final Fantasy VII. Y una vez más, Square ha vuelto a negarlos. Llevamos tanto tiempo oyendo rumores de lo mismo, y lleva tanto tiempo Square negándolos con tanta insistencia, que cabe pensar que las sospechas de que en las oficinas de la productora japonesa Sephirot vuelve a afilar su larga katana no son del todo infundadas.
Muchos fans de Final Fantasy VII claman por un remake de su juego favorito. Desean volver a sentir lo mismo que sintieron cuando Cloud salta de aquel tren con un teatral brinco y aparece por primera vez en pantalla —dando la espalda al jugador, por cierto, toda una declaración de intenciones— mientras Barret insiste con un airado gesto en que deben darse prisa. Quieren sonreír ante los divertidos exabruptos de Don Corneo, enfadarse por la absoluta malicia del profesor Hojo, llorar por...
Pero nos hemos curtido y aquel tiempo ahora endulzado por la nostalgia no volverá. Siempre nos quedará su recuerdo. Confiar en que un remake de Final Fantasy VII nos devuelva a nuestra infancia videojueguil es sólo engañarnos a nosotros mismos. Pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor sólo sirve para que no podamos disfrutar del presente.
No imagino a un Cloud de un millón de polígonos metido en una bañera junto con una decena de fornidos hombretones, ni rascándose la nuca cuando nos daba a entender que estaba contento, ni saltando con ese particular estilo (brazos arriba y piernas estiradas) con la misma gracia e inocencia que tenía el Cloud original y superdeformed de apenas cien polígonos.
Gran parte de Final Fantasy VII estuvo y está en nuestra imaginación. Personalmente, prefiero que siga ahí.