Tres batallas por la libertad

Richard Stallman, controvertido padre del proyecto GNU, dijo una vez en una charla a la que tuve el placer de asistir en Coruña hace unos años que la libertad era algo por lo que había que luchar todos los días. Si dejamos de luchar por ella, si no nos mantenemos despiertos ante cualquier ataque, acabaremos perdiéndola.

Hemos conseguido mucho en los últimos años. Para empezar, tenemos una carta de Derechos Humanos, lo que quizás sea uno de los pasos más grandes que haya dado nuestra civilización desde la invención de la imprenta. Ahora sólo falta que todos los países del mundo la reconozcan y la hagan suya también; pero ya en cuanto a derechos y libertades se refiere, el mundo vive uno de los momentos más brillantes de su historia. Eso sí, han hecho falta años de esclavitud, dos guerras mundiales y mucha sangre derramada para estar donde estamos ahora.

Comparado con las grandes batallas del pasado, las luchas que a continuación voy a enumerar parecen asuntos baladíes. Pero como he dicho antes, debemos seguir vigilantes ante cualquier ataque que pueda menoscabar nuestra libertad, y en la era digital, donde Internet se está convirtiendo en una pieza clave del mundo que conocemos, todavía más. Estos son, a mi juicio, los tres frentes de batalla:

Privacidad. La privacidad es un tesoro cada día más difícil de guardar. Mantener la privacidad en la red es casi imposible, lo cual no sería un problema si Internet no fuese ya una parte muy importante de nuestras vidas. Si paso casi la mitad del día conectado a Internet, si lo que hago, digo, pienso o visito está a disposición de cualquier empresa con intereses oscuros, qué quedará entonces de mí al final. Necesito tener un terreno privado en el que refugiarme de vez en cuando de todo el ruido que hay ahí fuera, algo íntimo y personal. Si eres de esos a los que no les importa vivir en público, de los que dicen «a mí me da igual porque yo nunca hago nada malo», párate a pensar por un momento: ¿quién decide lo que está bien y lo que está mal?

Neutralidad de la red. O lo que es lo mismo, una Internet de todos y para todos. Los ataques hacia la neutralidad de la red han estado muy en boga estas últimas semanas. Debemos que impedir que Internet se convierta en la señal de televisión del siglo XXI, donde la única oferta que tienes es la que te proporcionan los proveedores de servicios. El fotomontaje aparecido en Boing Boing (vía Microsiervos) es revelador. Hoy en día puedes montar un servidor en Internet y colgar el contenido que quieras (respetando las ley, claro), y ganarte un grupo de usuarios que te visiten, pero, ¿qué pasaría si los proveedores de acceso decidieran a qué contenido deben tener acceso sus clientes?


Software libre. «El sofware libre es mejor porque es libre», y ya está, no hay más que discutir. El software cerrado impone un control oscuro sobre el ordenador: no sabes lo que hace, ni cómo lo hace, ni por qué lo hace. No tiene mucho sentido que las administraciones públicas, que manejan miles de datos privados y sensibles, utilicen software privativo para su gestión. ¿Están tus datos, almacenados en ordenadores Windows, en buenas manos?

Hay muchas más batallas por la libertad a lo largo y ancho del mundo. Sólo de nosotros depende seguir siendo libres. La lucha continúa.

EDITO: Se me olvidó poner un enlace.

EDITO: Limpieza del blog. Eliminada foto inexistente.

Reflexiones sobre ser un DJ

Desde su posición privilegiada, el DJ contempla, absorto, lo estúpidos que pueden llegar a ser sus jugadores. «Pero es que es tan obvio lo que hay que hacer... ¡Mis jugadores son tontos! Siempre se atascan en chorradas...», piensa con desesperación. Por fuera, el DJ mantiene un semblante tranquilo y sereno. Sabe que no puede mostrar ningún signo de debilidad, porque de hacerlo, los jugadores se lo comerían vivo.

A fin de cuentas, él es el DJ, la persona más poderosa de la partida. En él comienza y acaba todo, es él quien maneja los hilos de un complejo mundo que ha creado durante largas horas de trabajo. Ha construido una epopeya sin parangón para goce y disfrute de sus jugadores. No se trata sólo de pasarlo bien, es su mundo, es su historia, y ¡caray!, merece un respeto. Sin embargo, parece que los taimados jugadores sólo conspiran contra él. En su interior, el DJ, lejos de regocijarse, se llena de ira: «¡Mentecatos!», nunca había utilizado esa palabra, pero su condición de DJ obliga, «¡lleváis media hora en la misma habitación! ¡Empujad la estúpida piedra de una vez!»

Crear un mundo de fantasía es una tarea que tiene mucho mérito. Pero desgraciadamente para un DJ, es sólo la mitad del trabajo. Lo que cuenta al final, es la partida. La hora de la verdad para un DJ llega cuando los jugadores se sientan alrededor de la mesa dispuestos a interpretar su papel en dicho mundo. Es entonces cuando el mundo comienza a existir de verdad, en la mente de todos los jugadores, dentro del maravilloso círculo mágico del juego de rol. Todos los jugadores, y el DJ en parte es un jugador más, recogen el fruto de muchas horas de preparación. Como en todos los juegos, un trabajo bien hecho proporcionará alegría y regocijo a todos los participantes. Por otra parte, un juego mal planteado será aburrido, o peor, frustrante.

No, no soy un DJ experimentado ni he jugado mucho a juegos de rol. Pero desde mi interés hacia el diseño de juegos me apetecía dar una serie de consejos tanto a DJs como a jugadores. Si son acertados o no, mejor que los juzguéis vosotros mismos. Si algún DJ de verdad quiere discutirlos, estaré encantado de escucharlo y aprender. Los comentarios están a disposición de todo aquel que quiera enriquecer este artículo. En fin, tras este pequeño disclaimer, empecemos.

¿Hay alguna regla de oro que dé lugar a una buena partida de rol? Pues no lo sé, pero yo creo que ésta podría ser una buena candidata: El DJ juega con los jugadores. Los jugadores no juegan contra el DJ. Es responsabilidad del DJ crear una experiencia divertida. Jugar al rol va de eso, de jugar. Y jugar consiste en pasarlo bien, a fin de cuentas. El DJ tiene la misión más importante de todas (y la más difícil), que los jugadores se lo pasen bien. Por eso, el DJ se sirve de muchas herramientas: las reglas, los mapas, las figuras, los dados, la historia y el mundo que ha creado. El DJ dirige el juego, no dirige a los jugadores. Los jugadores caminan por un mundo desconocido esperando lo mejor del DJ. Éste crea obstáculos difíciles pero no insalvables, que sean a la vez desafiantes y divertidos.

Creo que, para un DJ, es un mal planteamiento partir de una historia. Cuando eres DJ y creas un mundo o una campaña, es tentador imaginarse una epopeya que los jugadores deberán seguir. Pero a la larga, el resultado es una experiencia de juego excesivamente dirigida, en la que los jugadores no tienen más opciones que seguir la ruta del DJ. Por el contrario, la labor del DJ es crear un mundo abierto y lleno de posibilidades, con un rico trasfondo. El DJ puede permitirse esbozar ligeramente una historia que pudiera hacer de hilo conductor, pero antes debe esperar a ver cómo se comportan los jugadores. Si estos no tiran del hilo, el DJ deberá reinventarse a sí mismo e imaginar nuevos retos y desafíos distintos a los que había planificado. En fin, ¡espera lo inesperado!

Cuando la partida está en marcha, los jugadores viajan por un mundo imaginario que está vivo y funcionando. Los jugadores son el elemento disruptor de dicho mundo, esperan serlo. Quizás, la mejor manera de verlo es la siguiente: los jugadores se mueven activando diferentes eventos que el DJ tiene preparado en su mundo. Tras cada evento, los jugadores habrán cambiado el mundo de una manera perceptible. No se trata sólo de ganar puntos de experiencia, se trata de mostrar a los jugadores que sus acciones tienen una consecuencia visible acorde a lo que han hecho. Esto es, si han salvado a un pueblo de un malvado troll, cuando vuelvan serán recibidos como héroes. En cambio, si han robado en casa de un importante noble, entonces habrá carteles de «se busca» con sus caras a lo largo de todo el condado.

Al acabar la partida, los jugadores se van a sus casas, y el DJ se queda solo. Su trabajo aún no ha terminado, repasará sus notas, estudiará qué es lo que han hecho los jugadores y preparará nuevos eventos para la partida siguiente, siguiendo el camino que han seguido los jugadores por su mundo. Es aquí, y no antes, donde se forjan las grandes historias de una campaña de rol. Puede que el troll que hicieron huir vuelva unos días más tarde con sus compañeros a cobrarse su venganza. O puede que la joya robada esconda una poderosa magia primigenia que había permanecido dormida durante eones...

Tenemos un buen mundo, tenemos un buen DJ. ¿Qué puede fallar? Los jugadores. Una buena partida de rol es también responsabilidad de los jugadores. Éstos deben reconocer el mérito del DJ al construir una fantasía épica para ellos, integrando sus personajes como buenamente puedan dentro del mundo. Rol es interpretación, así que los jugadores deben saber interpretar a sus personajes. No se trata de ser teatrales, se trata de actuar tal como lo harían sus personajes, con la información que deberían conocer sus personajes. De esta forma, los jugadores podrán jugar sin tener que dejar la mesa de juego cada vez que sus personajes se separen, y la experiencia de juego se vuelve más completa.

Por último, jugar a rol es llegar a un acuerdo tácito entre todos los jugadores, incluyendo el DJ. Por tanto, deben respetarse las reglas y la ética de juego debe regir el comportamiento de los jugadores, tanto dentro como fuera del círculo mágico. La relación DJ-jugadores es especial. No se trata de una relación de vasallaje, si no de una relación de respeto. El DJ actúa como director y árbitro, y sus decisiones deben ser respetadas. Esto tiene sus contrapartidas: el poder del DJ es grande, y con ello, su responsabilidad todavía lo es más.

Se pueden dar más consejos, pero creo que la base anda más o menos por aquí. Ser DJ no es una tarea fácil, exige mucho esfuerzo, paciencia y una gran capacidad de improvisación. Pero cuando has sido DJ y ves a tus jugadores recordando con cariño una partida de rol que les preparaste hace años, es entonces cuando sientes que todo el trabajo ha valido la pena. Y eso es bonito :)


EDITO: Cambios menores.
EDITO: Faltaba un artículo en el séptimo párrafo.