¡Feliz Navidad 2006!

Hay ciertos momentos de nostalgia en que echo de menos aquellos tiempos de niñez donde el mundo parecía más sencillo. Por un lado, había buenos y malos y, yo, obviamente, estaba de parte de los buenos, que siempre ganaban. Aunque he de reconocer que los malos tenían su encanto, en especial porque podían hacer lo que les daba la gana: reírse en la cara del superhéroe, hacer explotar edificios y crear planes tan locos como geniales. De pequeño, me gustaba hacer de malo cuando jugaba con mi hermano, y a él le gustaba hacer de bueno, así que sobre eso no había discusión —discutíamos por otras muchas cosas :).

También en mi niñez pensaba que los mayores complicaban demasiado las cosas, que todo era mucho más sencillo y que, en cierta manera, cuando creciese todo sería un camino de rosas. De tal guisa, el mundo giraba entorno a mí y yo era el más listo del mundo...

A pesar de ser tan egocéntrico por aquel entonces —los niños suelen serlo—, afortunadamente he cambiado. Quizás a mi pesar, no lo tengo claro, también he dejado atrás aquella inocencia de aquel entonces. Ahora sé que el mundo seguirá girando aunque yo le diga que pare.

Creo que debemos aprovechar estas fechas para seguir mirando al mundo con ojos de niño. No de aquel niño solitario que miraba al mundo como si fuese a comérselo, pero sí como aquel niño inocente que podía confiar en los demás.

Queridos amigos y lectores,


Y próspero Año Nuevo.

Edge nº8

Llegas a tu kiosko habitual con la mirada anodina, pensando a ver qué traerá la Edge de este mes. El kioskero tenía la revista ya guardada para ti; y cuando ves que en la portada aparece un viejo escudo, gastado, curtido en cientos de batallas, con sencillos relieves y con la marca de los tres triángulos dorados labrada en su centro, no puedes evitar sonreír, y en tu mente vuelve a sonar aquella preciosa melodía...

Esta pequeña entrada, épica y a la vez ficticia, me sirve para presentar el número de noviembre de la revista Edge, con portada dedicada a una saga que es prácticamente en sí una leyenda en los videojuegos, La leyenda de Zelda. Quizás ésta sea la portada más bonita de todos los números de Edge publicados en España. Comento ahora algunos de los reportajes que más me han llamado la atención de la revista.

Empiezo con el del Tokio Game Show, que justamente en su décimo aniversario pasa por horas bajas. Condensar en dos páginas todo lo ocurrido durante el evento puede parecer quizás prepotente. Que nadie se lleve a engaño: lo es :P De todas formas, el artículo está muy bien y me ha hecho reír un poco, sobre todo por la forma de meterse con Sony. Al hilo del anuncio de la base de datos que Sony pretende crear donde se recogerán y se dará acceso a contenidos generados por los usuarios y desarrolladores para evitar posibles atascos en la industria actual (juegos, farmacéuticas, etc), comenta:

Fue frustrante que hubiera pocas referencias a la inminente aparición de PS3 [...]. Los que estaban siguiendo el discurso reaccionaron con risitas, miradas, cejas levantadas y también había quien pensaba, sin duda, que si Sony es capaz de resolver crisis monumentales como estas con tanta habilidad, debería olvidarse de los juegos y ponerse a buscar una cura para el cáncer.

Y, minutos más tarde, llegó. En agosto ya se anunció que Sony invertiría en el proyecto Folding@Home de la Universidad de Standford, que aprovecha los tiempos muertos de la CPU de ordenadores voluntarios para trabajar en la estimulación intensiva de desarrollo de proteínas.


Me alegra saber que el género de aventuras gráficas aún no está muerto del todo, en parte gracias a Jensen (creadora de Gabriel Knight) que comenta en una entrevista que está preparando un nuevo juego basado en la mecánica de point-and-click llamado Gray Matter. A mí los juegos de terror psicológico no me van mucho, pero tienen su nicho de mercado. De todas maneras, la Nintendo DS también parece un buen para desarrollar una aventura gráfica, a ver si los desarrolladores se animan.

Pasemos ya a hablar del corazón de la revista, los reportajes. Cómo no, el de este mes dedicado a la saga Zelda. Buenísimo el reportaje, hace un repaso bastante completo a todos los títulos publicados, que han encandilado a varias generaciones de jugones. El artículo termina con un breve análisis de las primeras horas de juego de Zelda: Twilight Princess, que no he leído para que el día que lo tenga pueda disfrutarlo al completo en todo su esplendor.

Más adelante aparece un reportaje de Wii, tratando algunos aspectos de esta consola. Me ha parecido encontrar algún que otro error técnico en lo referente a la barra sensora. Que a mí me conste, la barra sensora tiene de sensora sólo el nombre, pues en realidad no es más que un trozo de plástico con cuatro leds (dos en cada extremo) que emiten en infrarrojo, y se utiliza para que el usuario pueda apuntar con el mando a la pantalla.

En cuanto a análisis, este número habla sobre Okami, juego sobresaliente por el que se ha montado una plataforma para que venga traducido al español. El que sí no ha salido muy bien parado en su última aventura ha sido George Stobbart, protagonista de un Broken Sword que ya no es lo que era:

Los puzles, los enigmas tienen soluciones extrañas e impredecibles. Cecil acaba perdido y ofrece un resultado basado en ensayo y error. Peor aún, algunos sólo se resuelven si tiene lugar una estricta secuencia de acciones y diálogos.


Para quien no lo conozca, Charles Cecil es el director de esta emblemática saga. Ey, ¿no era eso de lo que se quejaba Ron Gilbert, creador de Monkey Island, cuando nos explicaba porque las aventuras gráficas apestan?

Llegamos al Fórum, o lo que es lo mismo, la sección de cartas de los lectores, y comprobamos que siguen las críticas a la revista. El lector de Edge es exigente, y hay alguna carta que está realmente bien. Que Edge continue.

¿Y por qué no juegos de mesa?

Según el Corte Inglés y demás centros comerciales, ya estamos en Navidades. Llega la época de las reuniones familiares, las cenas y los regalos. A la gente de mi edad, que ya no le damos tanto a los juguetes (en general), suele ser una buena opción regalarnos algún que otro videojuego. Y no me parece mal, pero aquí voy a hablar de otra opción perfectamente válida: los juegos de mesa.

No me gusta generalizar, pero tengo la impresión de que en España no somos muy dados a jugar a juegos de mesa. Quizás sea porque los que se venden mayoritariamente suelen ser el Monopoly, el Trivial Pursuit, el Pictionary, el Scattergories, el Party & Co., etc que prácticamente todos tenemos en nuestra casa. Sin embargo, existe un universo de juegos de mesa mucho más enorme, no necesariamente enfocados a un público infantil, con mecánicas lo suficientemente adictivas como para que unos amigos puedan pasar una tarde entretenida.

Devir es una editorial española afincada en Barcelona que tiene un buen surtido de juegos de mesa con mecánicas alejadas de los juegos tipo parchís —o sea, de dar vueltas alrededor de un tablero—. Podéis consultar su catálogo aquí. Mencionaré dos que me han llamado la atención y que aparecen además también en el catálogo del Corte Inglés:
  • La fuga de Colditz. Se trata de una reedición del clásico de los años 80 que había sido publicado por la ahora extinta editorial NAC. Cada jugador controla un equipo de prisioneros encerrados en una cárcel de máxima seguridad durante la 2ª Guerra Mundial, mientras que otro jugador controla al equipo de guardias encargados de impedir que los prisioneros se fuguen. La mecánica del juego consiste en que los jugadores van moviendo sus piezas por el tablero para consiguir cartas y objetos que les permitan lograr la fuga de algún prisionero y los guardas intentando frustrar cualquier plan de los demás jugadores.

    He tenido la oportunidad de echar una partida, y la verdad es que me ha gustado. Quizás su mayor problema es que inicialmente es un poco complejo y la acción de verdad tarda bastante en arrancar, mientras los jugadores no sitúan sus piezas en lugares estratégicos y consiguen el equipo adecuado. Puede parecer además que el jugador que juega como nazi tiene mucha más ventaja que los demás; esto es cierto, y es por ello que los demás jugadores deben aliarse para conseguir fugar a los prisioneros —aunque tampoco deben olvidar que están compitiendo entre ellos para intentar fugar al mayor número de prisioneros.

    Vamos, aunque no he podido probarlo demasiado lo recomiendo. Mi mayor temor con este juego es que al final no sé si a base de jugar partidas los jugadores acabarán descubriendo estrategias que siempre funcionan —a pesar del fuerte componente aleatorio del juego que proporcionan las cartas y los dados— y que esto acabe haciendo las partidas algo monótonas. Tengo que decir que, por las críticas que he leído, no parece que sea así. Igual mi mayor problema es encontrar suficiente gente para echar una buena partida :)

  • Colonos de Catán. Me interesé por este juego porque aparecía en el catálogo de juguetes del Corte Inglés al lado de La fuga de Colditz. Se trata de un juego bastante famoso según parece, originario de Alemania, y es lo más parecido a un Civilization que he visto nunca fuera del ordenador. Los jugadores, antes de empezar la partida, construyen una isla situando los diferentes tipos de tierra que producen distintos tipos de recursos. Al comienzo de la partida, cada jugador coloca dos poblados en la isla. Cada poblado proporciona a sus dueños cartas de recursos dependiendo de los tipos de terreno adyacentes al poblado y de una tirada de dados. Estos recursos pueden ser usados para comerciar con jugadores, obtener cartas especiales o construir carreteras, poblados o ciudades. El jugador que haya obtenido 10 puntos de victoria, determinados a partir del número de poblados o ciudades que posea el jugador y otras condiciones especiales, gana la partida. Si tenéis interés, os recomiendo seguir este tutorial interactivo (necesita javascript) para entender mejor la mecánica.

    El juego me ha interesado por varios motivos, entre ellos está el hecho de que el tablero se construye al azar, con lo cual no hay dos partidas iguales, y que un jugador no puede destruir a otro (puede fastidiarlo, eso sí). No he tenido oportunidad de probar una partida de verdad, pero a ver si lo cojo en el Corte Inglés y si tal ya lo comentaré con más detalle más adelante.
Me ha llamado también la atención que Devir tenga también en su catálogo el juego El Señor de los Anillos, más que nada porque su creador, Reiner Knizia, habla de su juego en el libro de diseño de juegos que estoy leyendo, Rules of play, y me he quedado con las ganas de probarlo. La mecánica está interesante: si no recuerdo mal cada jugador mueve su ficha por varios tableros que representan la Tierra Media intentando llevar el anillo al monte Destino (siguiendo el argumento de los libros de Tolkien); pero además hay otra ficha que también se mueve: se trata de Sauron, que no está controlado por ningún jugador y que intentará corromper a los demás jugadores para que no puedan llegar hasta el final. La idea de que los jugadores jueguen, no contra el tiempo ni contra los demás, sino «contra el destino» (representado por la ficha de Sauron) me pareció bastante interesante y, en cierto sentido, es bastante fiel a la idea del libro.

Otro juego que me ha llamado la atención, lo comentaban en el podcast Gaming Steve Episode 48, es Ticket to Ride. Muy someramente, el juego consiste en crear rutas comerciales entre distintas ciudades aprovechando las vías de ferrocarril que aparecen en el mapa (echadle un vistazo pinchando aquí). Todos los comentarios que hacían sobre el juego en el podcast me gustaron, sin embargo creo que aún no se ha publicado en España (y no sé si lo hará algún día). Si alguien viaja fuera de España y lo ve, que le eche un vistazo: tiene buena pinta.

Bueno, es posible que en este país quizás haya cierto rechazo social a los juegos de mesa que no sean el tute y el mus. Pero, la verdad, no tiene por qué ser así. Hay juegos de mesa buenísimos, con un diseño (visual y a nivel jugable) excepcional, divertidísimos, y que pueden ser un regalo estupendo para estas Navidades. ¿Alguien se atreve a añadir alguna propuesta en los comentarios?

ACTUALIZACIÓN: Afortunadamente, tengo que retractarme de una de las cosas que he comentado en este artículo. Me he enterado por el fantástico blog Juegos de Mesa (Eurogames) que Ticket to Ride sí ha sido publicado en España. La editorial Edge Entertainment lo ha publicado con el nombre de ¡Aventureros al tren! y fue nombrado juego del año en 2004.

En la página web del juego (por cierto, con bastante Flash) podéis ver que han salido dos ediciones básicas (una ambientada en Europa) y una expansión, y parece que próximamente van a lanzar una nueva expansión. También podéis seguir una explicación interactiva de cómo funciona el juego y si os gusta, comprarlo en la tienda online. Hala, ya no hay excusa para que no os subáis al tren :P

EDITO: Corrijo un error gramatical.

Nos discriminan (pero positivamente, eh) ... En fin :-/

Hoy toca post social, y algo incendiario. Agarraos al asiento ;).

Estos últimos días se han sucedido una serie de noticias muy relacionadas con el feminismo y la discriminación. Por cierto, yo siempre había entendido el feminismo como lo contrario al machismo; así, si al machismo le dicen "actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres" (RAE dixit), pues pensaba que el feminismo sería "actitud de prepotencia de las mujeres respecto de los varones"; pero resulta que no, que el feminismo pretende la igualdad de derechos entre hombres y mujeres (y lo dice la RAE, segunda acepción). Así que como solución, se ha empezado a utilizar el término «hembrismo», que la RAE aún no acepta y a mí, de momento, tampoco me termina de gustar.

La primera noticia que comento es ese intento del Instituto de la Mujer por introducir nuevos «palabros» que permitan que la lengua nos representen por igual (eso dicen). Según la directora de dicho instituto, quien habla únicamente de «miembros» excluye en su discurso a los miembros femeninos —a las mujeres, vamos—, así que propone en su lugar usar «miembros y miembras» (entre otras alternativas). Nos cargamos así por las buenas el género neutro, heredado (si no recuerdo mal) del griego, pues parece ser que para la presidenta del Instituto de la Mujer no cabe otra cosa que pensar que los nombres acabados en o son masculinos por antonomasia. No dice nada esta señora acerca de añadir también «palabros» al diccionario como «tenisto» (¡qué listo!), «atleto» (¡cateto!), etc. En este remolino de lengua al que nos ha arrastrado la repugnante corrección política, no sé yo si al final acabaremos hablando del estilo: «Los niños y las niñas buenos y buenas juegan con sus papás y sus mamás que los y las quieren mucho y mucha (¡ups!)».


Por otra parte, la violencia de género, o violencia doméstica, o como la quieran llamar, es uno de los temas más usados por los medios de comunicación hoy en día. Existe, se trata de casos muy graves y serios, y se nos ha impuesto una ley para intentar remediarlo. Más tarde, me entero en Menéame la otra cara de la realidad. Para quien no conozca Menéame, se puede definir como un lugar de marujeo acerca de Linux, la SGAE y Windows Vista :). Pero de vez en cuando salen noticias interesantes a portada, como ésta, en la que se nos comenta que muchos hombres no son capaces de superar una separación matrimonial y terminan suicidándose. En los divorcios, las mujeres tienen mucho más poder que los hombres. Y esto es así porque hay la ley las ampara más que a nosotros. Cito directamente del blog Alas Negras:
[...] Es muy fácil para una mujer desgraciar la vida de un marido incluso de un novio o solo un conocido. Basta una denuncia verbal, ni siquiera tienen que presentarse en comisaría y enseñar un moretón… les basta el teléfono para que la policía busque al hombre, le tome declaración y le encierre un día entero en un calabozo. En ningún otro país de Europa existe algo similar…

Os recomiendo leer la entrada entera porque es muy interesante. Parece que estamos pasando de una sociedad machista a una completamente hembrista (¡ay, no me gusta este término!). Una cosa es el clásico tópico de la mujer superinteligente y el marido estúpido. Lo vemos constantemente en la tele (bueno, yo ya veo poco la tele): mirad los anuncios de juguetes en los que se ve a la familia jugando a algo, veréis como el padre casi siempre hace de tonto... Lo vemos también en los Simpsons y en otras muchas series familiares: las mujeres son listas, educadas y limpias y los hombres estúpidos y violentos. Este tópico es todo un clásico y no es que esté mal (da mucho juego a cuentacuentos y publicistas), pero el problema viene cuando la sociedad empieza a creérselo.

Me atrevo a sugerir, por la cuenta que me tiene, la creación de un Instituto del Hombre, que nos «defienda» un poco de todo esto. A fin de cuentas, si las mujeres con su instituto pueden chupar del bote, ¿por qué no nosotros? Me imagino al director del Instituto del Hombre increpando con vehemencia a la RAE por no haber incluido en la última edición de su diccionario un término tan políticamente correcto como «persono» (para poder hablar con propiedad de personas que no son mujeres), presentando informes concluyentes pagados por nosotros acerca del predominio de la cultura «hembra» en los videojuegos, o promulgando la necesidad de que el Gobierno cree alguna que otra ley que discrimine a las mujeres, positivamente, claro. Y así, ya tendríamos el esperpento al completo, señores. Y señoras.

EDITO: Corrijo un pequeño error ortográfico.
EDITO: Corrijo un error de redacción.