No hay twinkie para ti

El diseño de videojuegos ha avanzado en los últimos años. Siendo una disciplina joven, afortunadamente son cada vez más los estudios y libros que aparecen respecto a este tema. Con todo, aprender diseño de videojuegos es una experiencia bastante autodidacta, en el sentido de que son pocos los cursos que se dedican completamente a su enseñanza (cuando al menos, se dedican en parte).

Para comprobar los avances en diseño, basta con comparar un juego de hace un par de décadas con uno que haya salido hace poco. No se trata sólo de las mejoras sustanciales en cuanto a gráficos y sonido, coherentes con el aumento de velocidad de procesamiento del hardware que irremediablemente va asociado al ocio electrónico-interactivo. Se trata de una evolución en el propio núcleo de la jugabilidad, de las reglas y mecánicas a lo largo del tiempo, que convierten la experiencia de jugar a un videojuego en algo divertido e interesante, lejos de frustante y aborrecible. Los videojuegos de hoy en día son mejores que los de ayer (¿o no?).

Todavía queda mucho camino por recorrer. A pesar de tantos y tantos juegos pensados por tantos y tantos diseñadores, aún persisten algunas malas prácticas, algunos fallos de diseño que, a pesar de su gravedad, son más comunes de lo que deberían. Son como tics nerviosos de diseño, que de vez en cuando aparecen incluso en tu juego favorito. Ernest Addams lleva 8 años recopilándolos en su columna Bad Game Designer, No Twinkie!, ayudado por sus fieles lectores.

Esa columna es una cita anual con los errores más flagrantes que se pueden encontrar incluso en los mejores videojuegos de la actualidad. Algunas de las reseñas que realiza Ernest son bastante acertadas, como las referentes a los puzles excesivamente complejos o absurdos que aparecen en algunas aventuras gráficas o la imposibilidad de poder pausar los juegos en cualquier momento.

Otros artículos hacen referencia a los juegos de aventura/exploración donde los protagonistas son capaces de arrastrar contra toda lógica enormes bloques de piedra a través del escenario, o a los juegos de rol donde los enemigos que el jugador combate en abusivos encuentros aleatorios llevan encima objetos de lo más extravagante en su inventario que ni siquiera usan o cuando los usan, luego no se pueden recoger.

Ernest Addams no se centra sólo en errores de mecánica y también dedica unas palabras a los malos manuales/tutoriales y a los fallos de localización o traducción, que muchas veces no son responsabilidad del diseñador, si no que más bien se suelen deber a dejadez o falta de tiempo. No por ello dejan de ser errores que deberían ser evitados.

Por último, algunos muestran un punto de vista más que discutible. Que no se pueda guardar en cualquier momento es una característica que, diseñada convenientemente en un juego, consigue crear una tensión difícil de reproducir de otro modo. Las explosiones limpias, sin apenas escombros, no son sólo una limitación técnica, es que no merece la pena tampoco programar una explosión realista.

En resumen, una serie de artículos que merecen la pena ser leídos y valorados, aunque sólo sea para pasar un buen rato. Para los que quieran llegar más allá, esta recopilación de antipatrones debería ser útil para aquellos que no quieran tropezar dos veces en la misma piedra. Quedo a la espera de una nueva edición de Bad Game Designer, No Twinkie!

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